América Latina sufre. En Perú, un nuevo modelo de golpe de estado ha sido el inicio más claro de una sucesión de profundos intentos de toma en sus países vecinos: Chile y Ecuador. Ambos casos, no son aislados. En Argentina, mientras tanto, el kitchnerismo ha regresado al poder. Brasil se resiste mediante una política denominada por algunos como «ultraderechista», que lejos está realmente de serlo. Bolivia, finalmente, ha superado el yugo de una dictadura de más de 13 años.
América Latina es joven y tiene los ánimos caldeados por organizaciones que la mueven, que la sublevan ante medidas aparentemente injustas. ¿Pero acaso es el problema el incremento de los precios realmente? ¿Qué se esconde detrás? Como toda jugada política, no es casualidad que los mismos discursos se escuchen entre un país y otro. Términos como «el pueblo reclama», «el pueblo exige», «el poder es del pueblo», el pueblo, el pueblo…
El pueblo democráticamente escogió a quién quería que los gobierne. El pueblo tiene otras herramientas para protestar. ¿Por qué utilizar la violencia? Nada justifica las actitudes llevadas a cabo en el país sureño, pero siempre existen organizaciones infiltradas que buscan exacerbar esos ánimos para conseguir lo que buscan: instaurar un régimen de izquierda en la región.
Por más que los vecinos del sur no pretendan contemplar la posibilidad, que sea cierto que reclaman por una causa justa como es el estado de su calidad de vida y ver crecer un país que no le hace crecer sus bolsillos, no quiere decir que las declaraciones bastante controversiales del presidente Sebastian Piñera no sean correctas.
Ya lo advertía Diosdado Cabello, el 2do personaje más importante en la evidente dictadura de Nicolás Maduro. Un «brisita» bolivariana que se convierte en una suerte de «huracán» han evidenciado la posición y la intención de la repudiable situación de la que es presa Venezuela que buscan replicar en los demás países.
Es que su lógica tan obvia y superada es la siguiente: incendia tu ciudad, incentiva el odio, y diles que lo haces por su causa, una causa que ya hace más de casi 83 años, sumergió a la Unión Soviética en la crisis dictatorial más grande de su historia con el nacimiento del movimiento bolchevique.
Chile, como Perú, no es un país de izquierdas. Es un país aguerrido, luchador, que vive del esfuerzo diario de su pueblo y es unánime la opinión sobre que es un exceso el vandalismo anárquico al que han llegado. Es unánime mencionar que, si bien el reclamo de la población es justo, las formas no son las correctas, y, por el otro lado, tampoco es sano el exceso que las fuerzas armadas han venido cometiendo en el último mes durante las protestas.
Esperemos que Chile y Ecuador se resistan duramente a este huracán, que lejos de traer una verdadera reforma para bien de todos, sigue siendo ejemplo de la impunidad, de la corrupción, de la dictadura más dura que blanda, parafraseando al General Pinochet a quien han usado en innumerables comparativos con el presidente actual. Sus palabras, hoy, resuenan temerosas como una sombra del pasado entre las ya desprestigiadas redes sociales.