César Vallejo es uno de los poetas peruanos con mayor trascendencia no solo a nivel nacional sino también mundial. Pero hay una faceta de Vallejo que no muchos recuerda y es la que ha quedado plasmada, casi olvidada, en periódicos y revistas del siglo pasado. La de un Vallejo corresponsal de prensa que relataba crónicas desde suelos europeos.
Hay mucho de su pluma literaria en sus textos periodísticos. El autor de Trilce no se limitaba a una nota informativa sino que utilizaba su escritura musical e historias controvertidas para mostrar un lado más humanizado del hecho. Gran parte de su material periodístico puede considerarse interpretativo porque utiliza figuras como metonimias, paradojas e ironías.
Los temas sobre los que más escribía y criticaba eran la política y la cultura. Resaltaba mucho los campos artísticos del teatro y la música, así también como la filosofía. Además, era un periodista que escribía en los tres tiempos: pasado, presente y futuro; siempre preocupándose cual era el destino de su querido Perú con respecto al mundo.
Vallejo no era precisamente un periodista de redacción, vendía sus artículos a varios medios internacionales como revistas y periódicos peruanos (Amauta, El Comercio… son solo algunos); pero fueron sus trabajos didácticos y un estilo elegante los que lo hicieron un periodista prominente durante el siglo XX. Sus obras en prosa fueron reflejo de su ideología marxista y de sus ganas por servir a la humanidad desde su papel de observador inquisitivo.
Vallejo era lo que se dice un comunicador integral. Es cierto que su labor de periodista es más experimental pero tuvo un gran mérito por saber como atrapar al lector al contar una verdad más que una ficción. El liberteño aprendía mientras enseñaba a otros, utilizaba su prosa en la imprenta periodística como herramienta para liberar todas sus culpas, remordimientos e impotencia sobre las miserias del mundo vanguardista y construir un mundo más justo mientras indagaba la verdad ignota.