A la caída de Alberto Fujimori se instauró en el Perú una clase política de raíces socialistas, pero disfrazada de democracia. Una clase política no elegida por nadie en el voto popular, que trepó del averno de aquellos años post Fujimori – años de la instauración de lo “políticamente” correcto – al control de las principales instituciones tutelares de la democracia de nuestra nación. Había nacido el “caviarismo”, una suerte de casta política opulenta y voraz que había trabajado con el dictador Juan Velasco Alvarado y al retorno de la Democracia en los 80, estuvo al lado de Fernando Belaunde, Alan García y Fujimori. Esos años fueron la etapa de su metamorfosis de simple crisálida oenegera proderechos humanos a un grupo de mimetizados funcionarios estatales que manejaban y controlaban el poder, soterradamente.
Con el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), que ni fue verdad ni hubo reconciliación. Se consolidó la mentira y la difamación como forma de crear opinión pública a través de la prensa que, liberada del yugo fujimorista, pasó a vender su línea editorial a los gobiernos de turno.
Por regla general, la historia la escriben los vencedores, pero curiosamente, tras haber derrotado al terrorismo y la caída de Fujimori, la historia fue interpretada y escrita por estos grupos “caviares” de clara tendencia izquierdista. En ella, Fujimori aparece como el corrupto que no hizo nada, el terrorismo fue derrotado por grupos antiterroristas de la Policía Nacional del Perú (PNP) y las Fuerzas Armadas perpetraron excesos y abusos contra la población civil. Los ataques genocidas de Sendero Luminoso y el MRTA para la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) eran parte de una “guerra interna”, un “conflicto armado”, para la población eran ataques arteros, criminales, abusivos que no tenían nada de guerra en términos convencionales. La historia había sido construida por los derrotados comunistas.
Hoy, el Partido Morado, con la ayuda de la dictadura Vizcarrista, pretende llegar al poder para perpetuar la dominación caviar de los últimos 20 años, pero lo hace mal y con malas estrategias que insultan y denigran al a mujer en contraposición a lo que tanto pregonan. Tal es el caso del General Daniel Mora, que tiene una denuncia por agresión a su septuagenaria esposa. Otro es el caso de Julio Guzmán, que está comprometido con un video que expone su infidelidad. Luego, está el caso de su secretario general, Francisco Sagasti, declarado fan de Cerpa Cartolini “El Árabe”, terrorista que murió en la toma de la residencia del Embajador japonés allá por 1997. Finalmente, Úrsula Moscoso defendía la idea de una posible fecundación a través de la práctica del sexo anal. Nada más absurdo lejos de la realidad.
Este domingo 26, los votantes que creemos en la democracia, aquellos peruanos de bien que respetamos los valores cristianos que guían los pasos de nuestras familias y nuestra sociedad, no dejaremos que se impongan los mensajes alcahuetes, de mediocridad y cinismo que a diario salen de las huestes moradas. No dejemos que pase el “contrabando socialista” otra vez. Elijamos bien.