La lucha por liberar al Perú del yugo español comenzó mucho antes de que el ejército libertador de San Martín arribe a tierras peruanas para proclamara la Independencia en 1821. Existen diversos personajes que realizaron protestas y levantamientos en contra de los opresores coloniales; y de cierto modo es gracias a ellos que se pudo concretar este importante hecho para la República del Perú, a ellos se les conoce como los Próceres de la Independencia.
Algunos de los personajes en cuestión eran de origen indígena, pero dentro de este grupo existieron dos mujeres luchadoras, que hoy son recordadas como las mártires de la Independencia, puesto que entregaron su vida por la libertad del pueblo peruano; ellas fueron Micaela Bastidas Puyucahua y María Parado de Bellido, a quienes recordaremos hoy con un breve repaso de sus honorables y sacrificadas vidas:
Micaela Bastidas Puyucahua
Nació en el año 1742, no hay un dato exacto de su lugar de nacimiento, algunos textos que afirman que fue el pueblo de Canas en el departamento de Cusco el lugar que la vió nacer, mientras que otros indican que vino al mundo en el distrito de Tamburco en Abancay.
Se convirtió en esposa de Túpac Amaru II con apenas 16 años y tuvo tres hijos. Ella participó activamente de la revolución por la Emancipación del Perú que encabezó su marido, el 4 de noviembre de 1780, fecha en que se subleva Túpac Amaru y decide apresar y ajusticiar al Corregidor Arriaga, Micaela reúne ejércitos y redacta proclamas en el Cusco; y alternadamente su esposo lo hace en Puno.
Después de una serie de acontecimientos encabezados por ella y su esposo en búsqueda de la Emancipación del Perú, su marido es apresado y condenado a muerte el 18 de mayo de 1781. Ese mismo día también la condenan a la horca; y ordenan que su cuerpo sea arrastrado por las principales calles de la ciudad hasta ser descuartizado.
María Parado de Bellido
Nació en Huamanga, Ayacucho el 5 de julio de 1761 o 1777; el año exacto de su nacimiento no es claro. Su esposo Mariano Bellido y cuatro de los siete hijos que tuvo con él se unieron al ejército libertador de la Sierra peruana.
Se sabe que fue una mujer quechua hablante que trabajó en la sección de correos de Ayacucho. Por esta razón, cuando una división del ejército realista bajo el mando del general José Carratalá ocupó Huamanga, María le pidió a su compadre que escribiera cartas con información de los movimientos de los patriotas, mismas que luego enviaría a su esposo para mantener al ejército libertador al tanto de todo.
Finalmente, fue apresada el 20 de marzo de 1822 y posteriormente fusilada en Plaza de Armas de Huamanga, por negarse a delatar los nombres de los comprometidos en el movimiento libertador. Según algunas crónicas, esta mujer se mantuvo altiva y recia frente a la terrible muerte que le esperaba y sus últimas palabras fueron: “No estoy aquí para informarles a ustedes sino para sacrificarme por la causa de la libertad”.
