Hoy se celebra el Día del Gato. Por ello, analizamos la presencia de los felinos a través de la Historia de la Humanidad. Desde maleficios hasta deidades, los gatos ha llegado a ser una figura constante en diferentes culturas.
Gatos. Pequeños, grandes, delgados o gordos, naranjas, verdosos, grises, negros, con pelo o sin pelo. Los gatos han sido muy cercanos a los seres humanos desde siempre. Su autonomía y delicadeza, así como sus grandes habilidades los han llevado a lo largo de la historia a ser figuras de admiración o rechazo, dependiendo de la cultura en la que se encuentre.
La figura de los mininos siempre ha estado estigmatizada y relacionada por la mala suerte y la hechicería. Esto se debería a su presencia y gran actividad nocturna así como su color. La creencia establece una relación entre la presencia de un gato negro con la mala suerte por 7 años. No obstante, para la cultura egipcia, por ejemplo, esto no es para nada similar.
En el antigüo Egipto, la figura gatuna siempre ha sido bien vista por sus sentido protector. Aunque por aquellos años el susodicho animal no estaba estrechamente vinculado al ser humano; es decir, no estaba del todo domesticado, siempre se le agradeció que protegiera las cosechas de roedores o plagas pequeñas o a la población de otros animales como serpientes.
Posteriormente, los sacerdotes empezaron a idolatrarlo cuando la diosa Bastet se mostró sobre la cabeza de un gato. La diosa simbolizaba la la fecundidad, la belleza, luz, el calor,y la energía solar, pero también, debido a sus rasgos felinos, representaba el misterio, la noche y la luna. Es gracias a esta aparición que se interpuso por medio del faraón, una ley para proteger a los felinos. Según se evidencia, quien se atreviera a matar a un minino podría ser condenado a muerte. Se cuenta que un dignatario romano que mató accidentalmente a un gato en la Alejandría del siglo I a.C. fue linchado por la población a pesar de la petición de calma del faraón, deseoso sobre todo de que Roma no interviniese en su territorio.
Asia
Los gatos llegaron por primera vez a China a través de los constantes intercambios entre los mercaderes de telas que negociaban con Europa. Al verlo, los chinos adoptaron calurosamente a los mininos gracias a su capacidad de caza de ratones así como su belleza. Así se convirtió en un símbolo de fortuna y paz y solían ser animales de compañía especialmente de las mujeres.
En Japón, la historia no fue muy distinta. Los japoneses llegaron a mimar tanto a los felinos por su encantadora belleza que estos dejaron de cazar ratones. Incluso la figura felina ha sido siempre tan bien vista que se ha aplicado hasta en obras de arte clásicas japonesas. Sin embargo, también existen leyendas que llaman la atención como la del gato-vampiro de Nabeshima que habría bebido la sangre de toda una familia en la localidad. Esta fue una historia muy contada durante la era Edo.
Y a ti, ¿te gustan los gatos?
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